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CABALLEROS

PÍCAROS Y

SALA 5

Pícaros y caballeros

Para empezar con buen pie habrá que responder estas preguntas… ¿qué son los pícaros?, ¿y los caballeros? y ya que estamos… ¿qué es el Siglo de Oro?

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Pues bien, los pícaros son personas que “hacen un llamamiento” a su astucia para obtener algún que otro beneficio o para aprovechar una circunstancia determinada.

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Por otro lado, tenemos a los caballeros, se trata de una persona de origen noble o, simplemente distinguida por tener una conducta gentil, ser talentoso y solidario. Estas dos personalidades o aspectos se engloban dentro del Siglo de Oro, el cual fue un periodo en el que se resaltó en arte y la literatura en España, en el cual resaltaron muchos autores del Barroco y el Renacimiento, por lo que podemos decir que ha habido una gran variación y evolución de la lírica.

NIÑO COMIENDO UVAS Y UN MELÓN

Murillo, 1646

Los niños comiendo fruta o Niños comiendo uvas y melón es una de las obras más destacadas del artista del Barroco Bartolomé Murillo. En una época en la que España se encontraba sumergida en una de las peores crisis política y económica que ha conocido en toda su historia, el arte, la literatura y la cultura en general, vivieron uno de los momentos más esplendorosos, el conocido como Siglo de Oro Español.La obra que aquí nos ocupa se trata de Niños comiendo fruta, es un óleo sobre lienzo que el artista debió de pintar entre 1645 y 1650; en la actualidad el lienzo se encuentra en la Antigua Pinacoteca de Múnich; en realidad, no parece extraño que este tipo 

de lienzos se encuentre fuera de España, de hecho casi todas las obras con temática de género se encuentran hoy en el Norte de Europa, seguramente porque la mayoría de ellos fueron vendidos a comerciantes flamencos.

LA VIDA DEL PÍCARO GUZMÁN DE ALFARACHE

fragmento

Cuando esto supo mi padre, nacióle de nuevo deseo de venirse con secreto y diligencia; y para engañar a la mora, le dijo se quería ocupar en ciertos tratos de mercancías. Vendió la hacienda y, puesta en cequíes -moneda de oro fino berberisca-, con las más joyas que pudo, dejándola sola y pobre, se vino huyendo. Y sin que algún amigo ni enemigo lo supiera, reduciéndose a la fe de Jesucristo, arrepentido y lloroso, delató de sí mismo, pidiendo misericordiosa penitencia; la cual siéndole dada, después de cumplida pasó adelante a cobrar su deuda. Ésta fue la causa por que jamás le creyeron obra que hiciese buena. Si otra les piden, dirán lo que muchas veces con impertinencia y sin propósito me dijeron: que quien una vez ha sido malo, siempre se presume serlo en aquel género de maldad. La proposición es verdadera; pero no hay alguna sin excepción. ¿Qué sabe nadie de la manera que toca Dios a cada uno y si, conforme dice una Auténtica, tenía ya reintegradas las costumbres?

EL SUEÑO DEL CABALLERO

EL SUEÑO DEL CABALLERO

Antonio de Perera, 1650

Probablemente la Vanidad más famosa de Antonio de Pereda sea este cuadro conocido actualmente como El Sueño del Caballero. A la hora de componer la obra, el pintor ha recurrido a tres elementos. El primero de ellos es el propio caballero, al que sitúa a la izquierda de la composición, dormitando recostado sobre una silla y a la vez generando con su sueño la imagen de los otros dos elementos. El segundo es el bodegón de 

objetos que se acumulan sobre la mesa, todos típicos de una vanidad, con un simbolismo concreto, y donde el artista demuestra su gran capacidad para captar las diferentes texturas, brillos, colores de cada pieza, ya sean de metal, papel, madera, hueso, cuero... En tercer lugar está el ángel, que ocupa la parte superior y envuelve con sus alas tanto a la mesa como al caballero, dentro del estilo tenebrista que tiene el lienzo sus ropajes acaparan los colores más llamativos para que centremos nuestra atención en él.

AMADÍS DE GAULA

Fragmento de la obra más representativa de la caballería

—Señor, quiero demandaros un don que no os será grave de lo dar.

—Yo lo otorgo —dijo el rey.

—Pues, señor, mandad a Oriana que antes que sea hora de comer pruebe el arco encantado de los leales amadores y la cámara defendida que hasta aquí con su gran tristeza nunca con ella acabar se pudo por mucho que ha sido por nosotros suplicada y rogada, que yo fío tanto en su lealtad y en su gran beldad que allí donde ha más de cien años que nunca mujer, por extremada que de las otras fuese, pudo entrar, entrará ella sin ningún detenimiento, porque yo vi a Grimanesa en tanta perfección como si viva fuese donde está hecha por gran arte con su marido Apolidón, su gran hermosura no iguala con la de Oriana, y en aquella cámara tan defendida a todas se hará la fiesta de nuestras bodas.

El rey le dijo:

—Buen hijo señor, liviano es a mi cumplir lo que pedís, mas he recelo que con ella pongamos alguna turbación en esta fiesta, porque muchas veces acontece y todas las más la grande afición de la voluntad engañar los ojos que juzgan lo contrario de lo que es, y así podría acaecer a vos con mi hija Oriana.

—No tengáis cuidado de eso —dijo Amadís—, que mi corazón me dice que así como lo digo se cumplirá.

—Pues así os place, así sea —dijo el rey.

El Caballero de la mano en el pecho

El Greco

Es uno de los retratos españoles más conocidos en el mundo. Un caballero con la mano en el pecho mira al espectador con señal de jurar un pacto con la persona que lo mira. Este hombre está vestido de forma fina y elegante y porta una espada dorada. De oro es también el medallón con cadena que lleva. En su tiempo se convirtió en la representación clásica y honorable del español del Siglo de Oro. En la reciente restauración que se hizo, se descubrió que el fondo no era negro sino gris claro, lo que resalta la figura, además de una luz exterior que ilumina el rostro. Igualmente, puso en evidencia los ricos matices en el ropaje oscuro, lo que confirma la influencia de la escuela veneciana.

EL LAZARILLO DE TORMES

Francisco de Goya, 1808-1821

Sin embargo, la novela picaresca por excelencia no es otra que la del Lazarillo de Tormes, la epítome de lo que significa este personaje (el pícaro) que, además, sufre una evolución durante la novela: le vemos confiado ante las bondades de su amo al inicio, sin embargo, tras una serie de desencuentros y circunstancias se vuelve todo un pícaro. De hecho, durante la novela vemos cómo no tiene aliados, es traicionado por casi todos sus amos, siente vergüenza por el trabajo de su madre, etc. Varias circunstancias que lo llevarán a no confiar en nadie y que llevarán a vivir para subsistir.

LÁZARO Y EL CIEGO

El Lazarillo de Tormes, fragmento
El Lazarillo de Tormes, fragmento

Usaba poner cabe sí un jarrillo de vino, cuando comíamos, y yo muy de presto le asía y daba un par de besos callados, y tornábale a su lugar. Mas duróme poco, que en los tragos conocía la falta y, por reservar su vino a salvo, nunca después desamparaba el jarro, antes lo tenía por el asa asido. Mas no había piedra imán que así atrajese a sí como yo con una paja larga de centeno que para aquel menester tenía hecha, la cual, metiéndola en la boca del jarro, chupando el vino, lo dejaba a buenas noches. Mas, como fuese el traidor tan astuto, pienso que me sintió, y dende en adelante mudó propósito y asentaba su jarro entre las piernas y tapábale con la mano, y así bebía seguro.

Yo, que estaba hecho al vino, moría por él, y viendo que aquel remedio de la paja no me aprovechaba ni valía, acordé en el suelo del jarro hacerle una fuentecilla y agujero sutil, y delicadamente, con una delgada tortilla de cera, taparlo. Y al tiempo de comer, fingiendo haber frío, entrábame entre las piernas del triste ciego a calentarme en la pobrecilla lumbre que teníamos, y al calor de ella, luego derretida la cera, por ser muy poca, comenzaba la fuentecilla a destilarme en la boca, la cual yo de tal manera ponía, que maldita la gota que se perdía. Cuando el pobreto iba a beber, no hallaba nada. Espantábase, maldecíase, daba al diablo el jarro y el vino, no sabiendo qué podía ser.

-No diréis, tío, que os lo bebo yo -decía-, pues no le quitáis de la mano.

Tantas vueltas y tientos dio al jarro, que halló la fuente y cayó en la burla; mas así lo disimuló como si no lo hubiera sentido.​

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